31 de agosto de 2012

¿DE QUÉ HABLAMOS, CUÁNDO HABLAMOS DE VIOLENCIA?


 

¿DE QUÉ HABLAMOS, CUÁNDO

HABLAMOS DE  VIOLENCIA?



Como seguidoras de Cristo y porque nos apasiona Jesús, su proyecto de vida que incluye a todas/os en igual dignidad, no podemos ser sordas y ciegas a esta problemática. En Julio comenzamos a trabajar en el Centro de Atención, a mujeres víctimas de violencia, “Las Mirabal”, junto a un equipo formado por: una Psicóloga Social, Nelly, una Psicóloga, Daniela, una Trabajadora Social, Andrea, Alejandra, una mujer que salió de círculo de violencia, y nosotras, la comunidad de hermanas: Alicia, Zulema y Ana María.

A través de este aporte queremos proponer elementos para una mayor comprensión de la problemática de la violencia contra las mujeres, y para ello recurrimos al manual de asistencia en violencia de la Red de Mujeres de La Matanza, Buenos Aires:
“Caminante no hay camino…”, es un poema de Antonio Machado, esa frase nos abre la imaginación para dónde ir, qué hacer cuando la realidad duele, la necesidad lastima pero una/o debe continuar. Y sigue, “…y al mirar la vista atrás verás el camino que nunca volverás a andar…” Empezamos a trabajar la violencia desde una necesidad, necesidad de dar respuesta a las mujeres de los barrios que sufren violencia.

Consideramos que, cuando la comunidad se hace cargo de la realidad, la puede transformar. El trabajo comunitario también puede ser ético, profesional y de calidad. La violencia está donde menos pensamos, los saberes están en todas y todos, solo nos hace falta encontrarnos, escucharnos y descubrirnos para poder transformar nuestra realidad. Siempre que hablamos de violencia, hablamos de un daño causado a otra persona por acción u omisión, y que el mismo sea recurrente.

La violencia aparece cuando ha fracasado la comunicación. Se sostiene sobre relaciones asimétricas de poder. El poder no tiene palabras, la violencia es la forma de ejercer poder hacia la otra persona buscando dominarla, controlarla, atemorizarla, negándole la posibilidad de decidir libremente. La violencia es una conducta aprendida. Es proceso de socialización, desde el nacimiento y aún antes. Vamos vertebrando nuestra identidad como varones y mujeres, a partir de la diferenciación sexual, vamos construyendo nuestros modos de vincularnos con los y las demás. Incorporamos a través de las voces, los gestos y las actitudes de los y las que nos rodean, lo que es bueno o malo para cada una/o, lo que es aceptado o no, lo que es condenado o no, lo que podemos o no hacer.

De esta manera particular vamos incorporando límites, valores que son distribuidos entre los sexos de manera diferente e influirán enormemente en nuestras posibilidades personales y sociales. Muchas veces lo que se reparte también son privilegios.

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