31 de agosto de 2012

¿DE QUÉ HABLAMOS, CUANDO HABLAMOS DE VIOLENCIA?

Los estereotipos de género atraviesan y cimientan nuestras subjetividades, la de varones como de mujeres, o sea que nuestros modos de ser, construidos con mandatos, aquello que nos han dicho de cómo debemos ser y hacer los varones y las mujeres, ej: “el hombre no llora”, “la mujer es para la casa”, la dulzura y la sensibilidad es para ellas, la agresión y la dureza es para ellos… Si transgredimos estos roles preestablecidos nos sentimos culpables y tememos despertar el desamor, el enojo o el juicio desvalorizante de los y las demás.

Así es que cuando se van entretejiendo los vínculos entre unas/os y otras/os, tanto en la familia como en la pareja, como en lo comunitario y social, estas representaciones se ponen en juego. Para poder hablar de equidad y de igualdad de oportunidades entre mujeres y varones, de realidades que no sostengan injusticias, maltratos y violencias, necesitamos deconstruir modos de pensar que hemos aprendido a naturalizar, sino la democracia no es posible ni en la casa ni en ningún lado.

Uno de los mitos que sustenta la violencia contra la mujer es que “es un problema doméstico, privado” y que “cada familia lo maneja como quiere y puede”. Hemos escuchado muchas veces decir que “los trapos se lavan en casa”, el silencio y la vergüenza es la mejor medicina para que la violencia goce de una excelente salud. Lo personal es político, lo que sucede en la casa suele reproducirse fuera del ámbito de lo doméstico.

Ejemplos de formas de sostener estas representaciones que estamos describiendo pueden ser algunos dichos que escuchamos popularmente, como: “porque te quiero te aporreo”, “me cela porque me quiere”, “lo que sucede es que es muy nervioso”, “su problema es el alcohol”, o “no me di cuenta y estaba cansado, pobre”…y podemos seguir agregando dichos según nuestra cultura.

Comprender la problemática de la violencia contra la mujer como una violación a los Derechos Humanos llevó décadas, esa “privatización” histórica del problema costó ver a las mujeres como sujetas de derecho.

La violencia contra las mujeres es un problema social complejo, por eso vemos necesario un trabajo articulado con otras instituciones y organizaciones sociales, esto nos llevará a la construcción de relaciones más justas y equitativas.

Es todo un desafío y un aprendizaje muy enriquecedor, trabajar en Redes, con personas que tienen otra manera de pensar, otro estilo de vida, otras creencias…En la medida que vamos transitando con ellas, percibimos su ser humanas, su preocupación por el maltrato y la violencia hacia las mujeres y su compromiso con el cuidado de la vida.

Comenzamos con muchas expectativas y estamos aprendiendo a escuchar, a trabajar con otras, a encontrarnos y compartir, reflexionar, seguir formándonos, dar nuestros aportes, desde nuestra experiencia y desde nuestro Carisma como hermanas de la Sagrada Familia.

Comunidad deIsidro Casanova- Buenos Aires

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

***