25 de agosto de 2012

CARTA DE UNA RELIGIOSA (3)

Los movimientos sociales de nuestro tiempo se convirtieron en parte de nuestras vidas — el movimiento de mujeres, el movimiento contra la guerra y la no violencia y recientemente el movimiento de los gays y lesbianas. Hemos aprendido que todo ser humano está dotado de derechos inalienables, independientemente de su raza, género, religión, clase u orientación sexual. Todos son hijos de Dios.


Hace poco tiempo, las religiosas hemos incorporado a la oración, ideas sobre la física cuántica y la cosmología que revelan la interconexión de todas las vidas. Hemos visto la grave situación que atraviesa nuestra tierra como una cuestión de justicia y apoyamos y concienciamos a los cargos públicos para la sostenibilidad, el cambio climático global y el cuidado de la tierra y sus recursos naturales.

Nos encontramos inmersos en una sociedad que es pluralista, democrática y secular y sabemos que nuestra fe tiene algo que ofrecer pero también debe recibir de la cultura. Denunciamos los abusos de la avaricia, consumismo, individualismo egoísta y las políticas públicas no tienen en cuenta el bien común, o a los menos favorecidos entre nosotros. Presionamos y nos manifestamos. Utilizamos nuestro poder económico .para intervenir en juntas de accionistas. Hemos ofrecido a nuestros centros de retiro y nuestros foros educativos a otros para integrar su experiencia como adultos en esta cultura que obliga a una evolución de la fe

Las religiosas han cambiado y ese cambio está sacudiendo los cimientos de una iglesia atrapados en un lugar y tiempo anteriores y eso no es lo que se necesita hoy. Los signos de nuestros tiempos nos muestran a personas que son católicos pero que ya no pueden ir a la "Iglesia" pues se sienten heridos y enfadados por la corrupción y la falta de integridad de muchos de sus varones, líderes clericales. Estas personas desean conocer a Dios como adultos, anhelan una espiritualidad que esté arraigada en su fe y su vida.

Creo que el Evangelio y la riqueza de nuestra tradición católica tienen algo que ofrecer a nuestro mundo postmoderno. No quiero verla derrumbarse bajo el peso de unas estructuras que mantienen relaciones de poder que ya no sirven. Creo que la fe que podemos ofrecer para el siglo XXI viene de una postura de apertura y comprensión a los cambios que nos ha traído nuestro desarrollo evolutivo. No es una fe que proviene de una posición de condena de la modernidad. Será una fe probada en el crisol de nuestra época, que ha surgido con nuevas ideas y nuevas interpretaciones de cómo nos podemos amar, como Jesús lo hizo. En estos tiempos difíciles y caóticos podemos llegar a una conciencia de que somos más parecidos que diferentes, mejor unidos que independientes.

Sí, han cambiado las religiosas. Y creo que nuestro cambio tiene mucho que ofrecer en este momento en la historia. Junto con otros que han caminado por vías similares, el futuro de nuestra fe, desde el Concilio Vaticano II, nos empuja hacia adelante. En el 50 aniversario de ese evento sigamos valientemente hacia el futuro afirmando una vez más que somos católicos y somos la Iglesia”.



http://blogs.periodistadigital.com/isabel-gomez-acebo.php/2012/07/15/carta-de-una-religiosa

Enviado por Zulema – Buenos Aires



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