9 de enero de 2015

Vida compartida

 Con motivo de la apertura del Año dedicado a la Vida Consagrada,
30 de noviembre de 2014

Hemos acogido la noticia del Año dedicado a la Vida Consagrada con inmensa alegría y gratitud con nuestro querido Papa Francisco. Nos ha sorprendido positivamente este detalle de extraordinaria cercanía y valoración.

Para celebrar la apertura de este año, sin duda, han surgido muchas iniciativas que nos congregan, con corazón agradecido, para acoger en comunión este tiempo de gracia. ¿Qué es lo que el Papa nos invita a celebrar en este año? En primer lugar, nos invita a renovar nuestra fidelidad al Evangelio, a reavivar el don de la profecía y a fortalecernos en la esperanza, para vivir en el hoy de la humanidad.
           
Como Vida Religiosa latinoamericana y caribeña, nos hemos sentido iluminadas/os con fuerza y profundidad, en el Horizonte Inspirador de la CLAR , por el icono de Betania: Casa de encuentro, Comunidad de amor y Corazón de humanidad.  Este icono bíblico es coronado ahora con la celebración de este año, que en el fondo es una invitación a “quitar la piedra… salir fuera… desatar las vendas para poder andar”. El Papa Francisco, una y otra vez, nos habla de una Vida Religiosa que sale al encuentro de la vida, de la historia, de la humanidad. Y el Evangelio, la profecía y la esperanza son tres realidades que descentran y nos lanzan a dejar nuestras autorreferencias y a vivir “en salida”.

Que esta celebración tenga frutos de conversión y de alegría en quienes vivimos esta hermosa vocación. Que la Palabra de Dios, en todas sus formas, esté en el centro de nuestro corazón y de nuestra misión; que alimente nuestra oración personal y comunitaria; que dirija nuestros encuentros sororales y fraternos; que sea el punto de partida y el contenido de nuestra misión evangelizadora, así como el criterio que nos lance a vivir desde los pobres y para los pobres. Que la celebración de este año de gracia desempolve nuestra identidad profética y la dinamice con la audacia y la creatividad, con la inquietud del amor, con la pasión hecha compasión, descentramiento, ternura, consuelo. Y que reavive nuestra esperanza, esa que adelanta el futuro y que llena de sentido cada uno de nuestros esfuerzos por ser coherentes, transparentes, por ser dóciles al Espíritu que nos urge a una Vida Religiosa significativa, que “toca la carne de Cristo”, que camina en el hoy, compartiendo los gozos y los dolores de la humanidad de la que ella es también parte.
 
En la carta “Alegraos”, se nos recuerda lo que dice el Papa Francisco: que la profecía de la Vida Religiosa consiste en despertar al mundo. Es así como se concretiza nuestro seguimiento radical de Jesús. Sólo despertaremos al mundo en la medida en que demos testimonio de comunión, de inter-congregacionalidad, de compartir nuestro carisma y misión codo a codo con los laicos. La gente despertará cuando vea un nuevo rostro de Vida Religiosa, con gestos nuevos, cuando vea que las Nuevas Generaciones y las antiguas se complementan y sostienen mutuamente, cuando nos vean felices en la sencillez, en el servicio, en la calidad humana de nuestras relaciones. Despertaremos al mundo cuando vayamos a su encuentro, y lo toquemos con la ternura y la alegría de una madre, un padre, una hermana o un hermano; lo despertaremos cuando vean una Vida Religiosa con “Luz en la mirada, Palabra en los labios y Fuego en el corazón”.

El inicio de este Año dedicado a la Vida Consagrada coincide con el primer domingo de Adviento, el tiempo por excelencia de la esperanza, la cual debe caracterizarnos siempre. Nuestra Buena Madre María nos acompaña. Ella, la Virgen de la esperanza, causa de nuestra alegría, nos enseñe, con su Magníficat, a “mirar el pasado con gratitud, el futuro con esperanza y el presente con pasión”. De su mano entremos por la puerta de este Adviento, tiempo que expresa muy bien los anhelos que tenemos de una Vida Religiosa más humana, más auténtica, más sencilla y más evangélica; una Vida Religiosa que exprese la calidez de la ternura y de la alegría y aprenda con humildad, a escrutar la presencia de Dios y los signos de los tiempos, para caminar, con prontitud y docilidad, por los caminos del Espíritu.

¡Con alegría agradecida demos inicio a este Año! Aprovechemos esta oportunidad para dar a conocer la belleza de la Vida Consagrada y para alimentar así la comunión con nuestros Pastores, con nuestro mundo, con todo el Pueblo de Dios. Hermanas y hermanos, emprendamos el camino, ¡despertemos a la humanidad!


Mercedes Leticia Casas Sánchez, fsps
Presidenta de la CLAR
PROT: 3.1.1-19





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