EDITORIAL
Septiembre
es el mes de inicio de la primavera en nuestro continente. Hay árboles que
generosamente florecen en invierno, pero ya también se están adelantando a derramar su fragancia y su colorido los que
florecen en primavera.
Son diversas las primaveras que estamos viviendo. La
primavera de la Iglesia, abriéndose a un estilo más cercano, acogedor,
inclusivo, donde la figura de Jesús es central y algunas hermanas nos comparten cómo a través de círculos bíblicos la fe en Jesús de Nazaret se está renovando.
La
alegría de compartir la Fe con los adultos
y el contar con herramientas nuevas para sanar heridas y sacar a la luz
nuestras potencialidades, en favor de la vida y la felicidad, son flores
ofrecidas a los lectores para que la vida fluya.
Las
transmisiones del Capítulo General, se han vivido con mucha hondura y sus
frutos se van percibiendo trayendo más compromiso de miembros, empeño por
tender puentes de comunión, y éxodos que aligeran nuestro equipaje y nos
permiten participar de nuevas realidades.
Ser
misionera no es fácil, lo han experimentado varias que nos comparten sus
vivencias, pero el Señor no abandona a las que se entregan a su amor y al final
el fruto es la paz y la alegría.
Celebrar
la vida compartida es de personas bien agradecidas, los 50 años de la presencia del Carisma en Paraguay, el Jubileo
de la escuela en la que Rubeni entrega
su amor y sus energías, el gozo del reciclado donde Jhon Marino pone su
creatividad y su amor por los pobres, son flores de rico aroma que descansan el
espíritu.
Las
Seculares crecen en número, el Monasterio ahonda sus raíces en la cultura, los
Asociados contagian con entusiasmo el Carisma. Juntos: Asociados, Seculares,
Contemplativas y Apostólicas todos tejiendo la trama de la Comunión, aportando
la riqueza de lo diferente. “La belleza
de la trama le viene de lo complejo” dice una canción, y así vamos tejiendo la
vida , acogiendo también los hilos a veces grises de los dolores, las
despedidas, el final del peregrinar de personas amadas, que nos ubican en
situación de Fe y de Esperanza “porque
en el mundo del Espíritu solo hay Encuentros nunca despedidas”!(1) y ellos ya
viven en la Plena Luz y desde allí iluminan nuestros pasos.
( 1.k.Gibrán)
Setembro é o mês de início da
primavera em nosso continente. Há árvores que, geneosamente, florescem no
inverno, mas já estão se adiantando a derramar seu perfume e seu colorido as
que florescem na primavera.
São
diversas as primaveras que estamos vivendo. A primavera da Igreja, abrindo-se a
um novo estilo, mais próximo, inclusivo, onde a figura de Jesus é central. Algumas irmãs compartilham como, por meio de
círculos bíblicos, a fé em Jesus de Nazaré está se renovando.
A
alegría de partilhar a Fé com os adultos e de contar com ferramentas novas para
curar feridas e trazer à luz nossas potencialidades, em favor da vida e da
felicidade, são flores oferecidas aos leitores para que a vida flua.
As
transmissões do Capítulo Geral foram vividas com muita profundidade e seus
frutos vão sendo percebidos, trazendo mais compromisso de membros, empenho por
estender pontes de comunhão e êxodos que aliviam nossa equipagem e permitem que
participemos de novas realidades.
Ser
missionária não é fácil. Várias que compartilham sua experiencia,
experimentaram isso, mas, o Senhor não bandona as que se entregam a seu amor e,
no final, o fruto é a paz e a alegría.
Celebrar
a vida compartilhada é coisa de pessoas bem agradecidas. Os 50 anos da presença
do Carisma no Paraguai, o Jubileu da escola onde Rubeni entrega seu amor pelos
pobres, são flores de agradável perfume que descansam o espírito.
As
Seculares crescem em número, o Mosteiro aprofunda suas raízes na cultura, os
Associados contagiam com entusiasmo o Carisma. Juntos: Associados, Seculares,
Contemplativas e Apostólicas, todos tecendo a trama da Comunhão, aportando a
riqueza do diferente. “A beleza da trama vem da complexidade” – diz uma canção.
E assim, vamos tecendo a vida, acolhendo também os sianis, às vezes, cinza, das
dores, das despedidas, o final da peregrinação de pessoas amadas, que nos
situam no lugar da Fé e da Esperança “porque no mundo do Espírito só há
Encontros, nunca despedidas”! (1) e elas já vivem na Plena Luz e, desde aí,
iluminam nossos passos.
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