7 de abril de 2013

VIDA APOSTOLICA

Querida familia quiero compartir con ustedes lo que ha significado para mí el mes de Ejercicios Espirituales que hemos realizado con Cecilia en la casa de los Jesuitas en San miguel, Buenos Aires.

Estoy profundamente agradecida al Instituto por brindarme esta posibilidad única, donde fue un tiempo para sumergirme en la fuente de Sólo Dios, escuchaba en mi interior las palabras del Fundador: Vayan a menudo a Nazaret para contemplar. También agradezco a todas las personas que me han acompañado con su oración.

Fueron treinta días de peregrinar hacia el corazón, agudizando la escucha, conquistando el silencio; utilizando todos los medios: el contacto con la naturaleza, la Eucaristía , estar frente al Santísimo, salir a caminar, los espacios de las comidas… para dejar espacio al Espíritu de Dios que me hable y me conduzca a mi propia Verdad.

Comencé el Retiro con mucha ilusión, conciente de este tiempo que me regala el Señor, en preparación a los Votos perpetuos; por lo que hice uso de mi voluntad para ser fiel a los espacios de intimidad con el Señor a lo largo de cada día. Con un fuerte deseo de afianzar mi seguimiento a Jesús en la Sagrada Familia de Burdeos, abierta a lo que el Señor quiera regalarme, dispuesta a barrer, limpiar el corazón para ser más libre y amar como Cristo, me puse en camino.
 Entrar en Ejercicios significó entrar en movimiento, preparar el encuentro con Dios, estar dispuesta a hacer mudanzas, cambios, a salir de mí, a desarmar la tienda. No fue sencillo pero de a poco fui haciendo el proceso de ir integrando mente, corazón y espíritu, contando con la ayuda de una Hermana
                                                      que me acompañaba a través de las entrevistas personales.

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