EDITORIAL
Vivir en espera del que viene es el sentido del Adviento. La llegada del esperado, se activa y se despierta cuando se aguarda con el corazón porque está viniendo.
La espera, también busca como acelerar la llegada, limpia la mirada para ver mejor, purifica el corazón, para encontrarse con el Esperado.
El Adviento no es espera de “algo” sino de “Alguien”, lo que nosotros esperamos puede ser muy variado, pero hay algo que sabiéndolo o no, siempre buscamos: paz, vida, libertad, alegría, una vida que sea plena, feliz y a su vez en medio de tantas esperas, desilusiones, frustraciones, aún sin conseguir lo que esperamos y ansiamos, sentimos en nuestro interior el impulso a seguir esperando, es un impulso que el Espíritu de Dios hace brotar en el ser humano.
Celebrar el Adviento hoy, es profundizar la exigencia que brota de nuestro interior, comprometernos a cuidar, a proteger, a alentar el maravilloso camino por el que todos venimos a la vida, el camino por el que Dios vino a hacerse uno de nosotros, ella nos impulsa a purificar nuestro corazón, a fin de acoger con esperanza y con brillo a Quien viene a salvarnos, es la espera activa que vivieron María y José.
Es un ofrecimiento para acercarnos a Dios por medio de Jesucristo, que nos revela su vida más íntima, a fin de creer que Jesús es Dios con nosotros”, que “Jesús es el Señor”, y contemplando el rostro de Jesucristo, el cual nació y dio su vida por nosotros, podemos identificarnos también con los mismos sentimientos de Jesús, que nos permiten descubrirlo a nuestro alrededor.
Es un tiempo adecuado para revisarnos de ese amor, para revisar nuestros amores, para ser conscientes de quiénes nos aman de verdad y a quienes amamos.
Tiempo para renovar y recuperar el amor perdido, el amor olvidado, el amor desgastado, el amor adulterado, el amor hecho rutina.
Tiempo para llenarnos del Amor con mayúsculas, pues el tiempo nos es algo que pasa, sino que nos llama a vivir cada instante de nuestra vida, respondiendo a la vocación que nos une a todos y es el llamado universal a la felicidad.
La espera, también busca como acelerar la llegada, limpia la mirada para ver mejor, purifica el corazón, para encontrarse con el Esperado.
El Adviento no es espera de “algo” sino de “Alguien”, lo que nosotros esperamos puede ser muy variado, pero hay algo que sabiéndolo o no, siempre buscamos: paz, vida, libertad, alegría, una vida que sea plena, feliz y a su vez en medio de tantas esperas, desilusiones, frustraciones, aún sin conseguir lo que esperamos y ansiamos, sentimos en nuestro interior el impulso a seguir esperando, es un impulso que el Espíritu de Dios hace brotar en el ser humano.
Celebrar el Adviento hoy, es profundizar la exigencia que brota de nuestro interior, comprometernos a cuidar, a proteger, a alentar el maravilloso camino por el que todos venimos a la vida, el camino por el que Dios vino a hacerse uno de nosotros, ella nos impulsa a purificar nuestro corazón, a fin de acoger con esperanza y con brillo a Quien viene a salvarnos, es la espera activa que vivieron María y José.
Es un ofrecimiento para acercarnos a Dios por medio de Jesucristo, que nos revela su vida más íntima, a fin de creer que Jesús es Dios con nosotros”, que “Jesús es el Señor”, y contemplando el rostro de Jesucristo, el cual nació y dio su vida por nosotros, podemos identificarnos también con los mismos sentimientos de Jesús, que nos permiten descubrirlo a nuestro alrededor.
Es un tiempo adecuado para revisarnos de ese amor, para revisar nuestros amores, para ser conscientes de quiénes nos aman de verdad y a quienes amamos.
Tiempo para renovar y recuperar el amor perdido, el amor olvidado, el amor desgastado, el amor adulterado, el amor hecho rutina.
Tiempo para llenarnos del Amor con mayúsculas, pues el tiempo nos es algo que pasa, sino que nos llama a vivir cada instante de nuestra vida, respondiendo a la vocación que nos une a todos y es el llamado universal a la felicidad.
¡¡ El Amor hace nuevas todas las cosas!!
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