17 de mayo de 2015

JESÚS NOS HA CONFIADO AL PADRE



“Hacia el mediodía se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y dichas estas palabras, expiró.”  (Lc 23 44-46).

La primera y la última de las siete palabras de Jesús están dirigidas al Padre. Entretiempo nos ha hablado de una manera cada vez más íntima: primero, como un rey,  después, como un hermano y como un mendigo. Ahora él devuelve todo a su Padre. Nos confía a todos, con nuestros temores y nuestras esperanzas, a las manos de Dios. Es el acto de suprema confianza.


Vivimos en una época de profunda inquietud. Tememos las enfermedades y las epidemias, tenemos miedo por la juventud, tememos el porvenir, el fracaso, la muerte. Vivimos un hundimiento de la confianza y nuestra inseguridad es profunda. Sin embargo, estamos mejor protegidos y tenemos más seguridad que las generaciones anteriores, al menos en Occidente. Tenemos una medicina más eficiente, medios de transporte más seguros, estamos mejor protegidos contra el clima y tenemos una mejor seguridad social. Y entretanto, tenemos miedo. Pero no tenemos nada que temer, Jesús nos ha confiado al Padre.

Este miedo persistente viene, quizá, de que tenemos la pretensión de lo controlar todo. Somos capaces de controlar muchas cosas: la fertilidad y el nacimiento, muchas enfermedades se pueden curar. Tenemos un control sobre las fuerzas de la naturaleza. Y la gente de Occidente controla la mayor parte de la humanidad. Pero el control jamás es perfecto. Cada vez más somos conscientes que nuestro planeta corre hacia la catástrofe. Y sobre todo, tememos la muerte que desenmascara nuestra última carencia de control.

No te preocupes, esta va a llegar ciertamente. Pero no es el fin del mundo.” No será es fin del mundo porque el mundo ya ha terminado. Cuando Jesús murió, el sol y la luna se obscurecieron: las tumbas se abrieron y los muertos salieron. Es el fin de un mundo de lo que hablan los profetas. El peor ya ha pasado. El mundo se derrumbó. Y apareció el domingo de Pascua.

Jesús nos invita a no temer más. Todo lo que nos da miedo lo vivió Él el Viernes Santo, el día donde el mundo viejo se terminó y donde un mundo nuevo empezó.
“El Séptimo Día Dios tuvo terminado su trabajo, y descansó en ese día de todo lo que había hecho.”  (Gen 2,2)  Lo que fue creado el séptimo día es la tranquilidad, la serenidad, la paz y el descanso. El descanso es la meta y el cumplimiento de la creación.

Jesús ya ha pronunciado sus siete palabras, que llevan a la nueva creación del domingo de Pascua. Y después se descansa. Dios nos ha creado para que podamos compartir este descanso, y que así, Dios pueda descansarse en nosotros. Somos hechos para descansarnos en Dios y para que Dios se descanse en nosotros. Este descanso no es una ausencia de actividad, es un retorno a la casa: “Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. Entonces vendremos a él para poner nuestra morada en él.” (Ju 14,23).

Ambrosio de Milán veía en Jesús descansando sobre la cruz el cumplimiento del descanso de Dios el séptimo día de la creación. En adelante, Dios descansa en nosotros, después de la labor de la Pasión. Escribe san Ambrosio: “El sexto día se acabó, y la totalidad de la obra del mundo ha llegado a su término. Ahora se guarda silencio, porque Dios se descansa de todas las obras que ha hecho en el mundo. Se descansa en lo más hondo del hombre, se descansa en su espíritu y en su propósito. Porque ha hecho al hombre capaz de razón, lo ha hecho su imitador, en búsqueda de la virtud, anhelando la gracia. En todo esto, Dios encuentra su descanso, Él que dice: “En quién fijo realmente mis ojos sino en el pobre y en el corazón arrepentido, que se estremece por mi palabra.”  (Es 66,2).  Demos, pues, gracias a nuestro Dios que cumplió su obra de tal manera que pueda descansar en ella… Ha hecho al hombre, y entonces se descansó habiendo encontrado alguien a quien podía perdonar.”  
¡Qué alimento más sólido por nuestra confianza! Y ¡que podamos testimoniar de la verdad de la Resurrección como creación “nueva”!

Extracto de un libro del padre Timothy Radcliffe: Las siete últimas palabras de Cristo

Las hermanas del Monasterio Sagrada Familia

Posadas, 8 de Abril de 2015

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